Perú en 1832 se desenvuelve en una aguda crisis política,
situación no superada desde el alejamiento de Simón Bolívar del poder de ese
país, las luchas de facciones que
se sucedían en el gobierno del ex virreinato entraron en un periodo de
definiciones, la administración del general Agustín
Gamarra se encontraba totalmente desacreditada y no contaba con una base
firme para mantenerse en el poder por mucho tiempo más. Una asamblea
constituyente convocada en 1833 pretendió salvar del naufragio la estructura
gubernativa que cada día era más débil,
nombra como presidente de la república al general Luis
José Orbegoso,
este paso que pretendió salvar la crisis la profundizó más haciendo
reaccionar al general Gamarra quien dispersó la Asamblea haciendo un intento
por recobrar la primera magistratura de su patria. Después de dos días de
combates el caudillo tuvo que buscar refugio en las provincias sur del Perú, se
rearma y al poco tiempo derrota a las fuerzas de Orbegoso en Huancavelica, el
triunfo fue efímero ya que sus tropas desertaron uniéndoseles a Orbegoso,
teniendo Gamarra que asilarse en Bolivia, dando una excelente oportunidad al
Mariscal Santa Cruz para intervenir en la política peruana usando a sus
caudillos como verdaderas piezas de ajedrez.
La anarquía peruana daba la gran oportunidad a Andrés de
Santa Cruz para poner en marcha los
planes de creación de la Confederación Perú Boliviana bajo su protección, el presidente Orbegoso
se ve enfrentado a otra división interna del ejército nacional peruano
y por ende a una nueva crisis política, todo esto fomentada sutilmente por el
audaz intrigante de los Andes, Andrés de Santa Cruz, aparece en escena ahora el
general Felipe
Santiago Salaverry
quien se alza en contra de Orbegoso en la noche del 22 de febrero de 1835
en el Callao. El Mariscal Santa Cruz mueve sus piezas con sigilo y astucia,
facilita el retorno de Gamarra al Perú quien forma un ejército de 2.000
hombres que los lleva contra el general Orbegoso. Acosado el presidente peruano
por los generales Salaverry y Gamarra, solicita
asistencia militar al sagaz Santa Cruz, con la inteligencia que le caracterizaba
y la astucia política que tenía no
irrumpe inmediatamente en las peleas intestinas del bajo Perú, solo después de
simuladas y bien estructuradas meditaciones y reuniones y consultas dan acogida
a la solicitud el 15 de julio de 1835, pasando el ejército boliviano el
Desaguadero en los momentos que la lucha entre los caudillos se hacia más
intensa, en ese momento el general Gamarra se da cuenta que era sólo un mero
instrumento para los planes del Mariscal de Zepita en el proyecto confederado
que acrecentaría su poder, por lo que busca la alianza con Salaverry con el fin
de contener la invasión boliviana; Gamarra
es vencido por Santa Cruz, el derrotado general se dirige a Lima donde es expatriado
finalmente por Salaverry para quien se había transformado en un estorbo su ex
aliado. Luego de estos acontecimientos Salaverry se repliega al sur del Bajo Perú
dispuesto a hacerse fuerte en la zona para
batir de mejor forma a la
coalición de Orbegoso y Santa Cruz, la retirada al sur de Salaverry permitió
que Orbegoso se apoderara de Lima dejando la responsabilidad de derrotar a su
rival en las manos de Santa Cruz.
Los caudillos
con sus ejércitos después de marchas y contra marchas se enfrentan en las
afueras de la ciudad de Arequipa el
3 de febrero de 1836 en un lugar llamado Uchumayo, saliendo victorioso el
general Salaverry sobre el general boliviano Ballivián pero a los pocos días
llega el Mariscal Santa Cruz con refuerzos enfrentándose ambos ejércitos en la localidad
cercana a la ciudad del
Misti, llamada Socabaya, este hecho de armas se lleva a cabo el 7 de febrero de ese año, siendo derrotado por los
bolivianos estrepitosamente el jefe peruano, fugitivo
Salaverry es capturado por una partida dirigida por el legendario
Mariscal William Miller en las cercanías de Islay siendo remitido a Arequipa
donde es sometido a Consejo de Guerra, Salaverry y su Estado Mayor son
sentenciados a muerte, se cumple la sentencia con el fusilamiento en la plaza de
armas de Arequipa el 18 de febrero, entre los caídos en el ajusticiamiento
estaba el coronel Camilo Carrillo, quien había sido jefe de la guarnición de
Tacna y en tal calidad había prestado grandes servicios en el auxilio de las víctimas
del terremoto del 18 de septiembre de 1832, este oficial es considerado gran
benefactor por los habitantes de la ciudad del Caplina.
Con la victoria de Socabaya se da paso a la formación del la
Confederación Perú Boliviana que la conformaron tres estados federados; el
Estado Sud-Peruano fue integrado por las provincias de Ayacucho,
Arequipa, Cuzco y Puno se constituyeron en Sicuani el 17 de marzo de 1836, la
asamblea constituyente estuvo formada por los ex diputados de los Departamentos
y funcionó bajo la dirección del Secretario General de Santa Cruz, don Andrés
María Torrico, para el estado Sud-Peruano fue
elegido presidente don Pío Tristán (“el último virrey”), Bolivia,
el otro Estado confederado, se reunió en Tapacarí el 18 de junio, acordando
también la federación, quedando elegido como
presidente el general José Miguel
Velasco; y por último el Estado Nor-Peruano se constituyó en Huaura el 6 de
agosto de ese año quedando presidido por el general Luis José Orbegosos.
Constituidos los tres estados Santa Cruz en Lima decreta el 28 de Octubre de
1836 el establecimiento de la Confederación, el “Ciudadano, Restaurador y
Presidente de Bolivia, Capitán General de los Ejércitos, General de Brigada de
Colombia, Gran Mariscal Pacificador del Perú... más otros títulos
rimbombantes” convoca a un Congreso constituyente en la ciudad de Tacna, las
deliberaciones del Congreso de Tacna se inician el 18 de abril de 1837; el 1º
de mayo de ese año se firma el
“Pacto de la Confederación Perú – Boliviana”, se contempla un poder
ejecutivo a cargo de Andrés de Santa Cruz
y Calahumana con el rango de “Supremo Protector” elegido por 10 años,
un poder legislativo compuesto por dos cámaras una de Senadores y otra de
Diputados, y un poder judicial a base de las Cortes Supremas de las tres repúblicas,
por último se estableció una bandera de la Confederación.
Después de los acontecimientos de Socabaya (Arequipa) en
febrero de 1836 renace en los pobladores de Arica, Moquegua, Tacna y Locumba el
deseo de vincularse a la soberanía boliviana, por lo que en los municipios de
estos pueblos se desarrollan sendos cabildos con ese objetivo, el 22 de marzo de
1836 se lleva a efecto en Arica una significativa asamblea de notables presidida
por el Gobernador accidental coronel Francisco
López de Quiroga
en la sede de la municipalidad donde se toman acuerdos que interpretaban el
claro sentir de la población ariqueña de esos convulsionados años, para
testimonio y resolución se levantó un acta que rezaba así:
Dado en la
ciudad de Arica a 22 días del mes
marzo de 1836 se acuerda lo siguiente:
Primero.-
La ciudad de Arica en ejercicio de su Soberanía reasumida por la
disolución del pacto, quiere se forme un Departamento de las provincias de
Moquegua, Tarapacá, y la de su nombre, con independencia
absoluta del de Arequipa.
Segundo.- La ciudad de
Arica se erige en cabeza de Provincia, compuesta de los distritos de Codpa, Belén
y Socoroma.
Tercero.- La ciudad de
Arica en la parte que le toca se une a la Nación Boliviana y forma una porción
de su familia.
Cuarto.- Sin embargo de
que este pronunciamiento conforme con la justicia que emana de la misma
naturaleza, que inspira la necesidad de emplear los medios más necesarios y
acertados para lograr la prosperidad; recelándose intenten las capitales
desmembradas alguna agresión, prevaliéndose
de la debilidad en que se halla este distrito: desde ahora y para entonces se
acoge bajo la protección de la República boliviana a que quiere pertenecer, no
dudando que se le sostenga como defensor de los derechos de los pueblos libres.
Quinto.- Es voluntad de
este distrito, que para alcanzar la aprobación y sostenimiento de su Excelencia
el Jefe Superior del Ejército unido, un diputado elegido por esta junta de
notables, (y para cuyo nombramiento se autoriza) y asociados con el subprefecto de Tacna, marche al punto
donde se halle, costeado por estos
fondos municipales.
Sexto.- Tan luego como
sea aprobado este pronunciamiento,
remitirá esta Provincia ante su
Excelencia, por el conducto más seguro, las instrucciones convenientes para
asegurar la prosperidad y adelantamiento que se esperan de su benevolencia
y de su benéfica influencia.
Séptimo.- Se remitirá un
testimonio a la asamblea de Sicuani, para que en sus deliberaciones se arregle a
la voluntad de este distrito expresada en ella.
Con lo cual
concluyó la sesión con el mayor regocijo que se manifestó posteriormente con
vivas, repique de campanas general y salvas de artillería.
Ya para constancia lo firmaron: El Gobernador accidental, Juez de Paz de primera nominación, y demás que componen la Junta de Notables, en unión de los que en consecuencia suscriben.
Para Santa Cruz esta manifestación del pueblo de Arica
constituía un factor de complicación política con los adalides del Bajo Perú,
en especial los de la clase política del Rimac, lo que podía poner en peligro
su proyecto Confederado, por lo que hizo uso de toda su influencia para evitar
la incorporación de las provincias sur peruanas a la República boliviana en la
Asamblea de Sicuani, así queda claramente estableció en carta enviado por
el Mariscal de Zepita a su agente Mariano
Enrique Calvo done le señal “... parece que algo
tuvo Us. que trabajar para que la Asamblea de Sicuani no se pronunciase en ese
sentido...(a la proposición de los delegados de Tacna, Moquegua y Arica de ser
parte de Bolivia)”
Santa Cruz con la astucia política que le caracterizaba toma
medidas con el fin de compensar de alguna forma las aspiraciones ariqueñas, así
es como decide declara a Arica como
el principal puerto franco del Estado Sud-Peruano, consiente que esta medida
traería gran perjuicio al puerto de Cobija, otra medida administrativa en el
mismo sentido tomada por el “Protector” fue la de dictar de un decreto el 25
de abril (día de San Marcos) de 1837 la separación de las provincias de Arica
y Tarapacá de la jurisdicción de Arequipa, estableciendo el Departamento
Litoral de Moquegua con la ciudad de Tacna como su capital, de esta forma
derogaba la Ley del 3 de julio de 1834 en que se estipulaba que la provincia de
Arica se consideraba bajo la jurisdicción del Departamento de Arequipa.
El establecimiento de la
Confederación Perú Boliviana inquietó al gobierno argentino del general Juan
Manuel de Rosas, adverción geopolítica que derivaría en una declaración
de guerra por parte del gobierno de Buenos Aires al “Protector” Santa Cruz,
por otro lado con mayor fuerza despertó inquietud en el gobierno de Chile que
presidía el general Joaquín
Prieto e integraba el cuerpo de ministros don Diego
Portales
quienes visualizaban el peligro que para la emergente república sureña
encarnaba la presencia del Mariscal
Santa Cruz en el poder absoluto del Estado Confederado recién establecido, era
reconocía la permanente vocación
intrigadora e intervencionista en la política de los países del área
del general boliviano, la concepción geopolítica en la reimplantación del
antiguo imperio inca por medio de la figura de la creación confederada,
se transformaba más temprano que tarde en una amenaza para la
subsistencia como República independiente de Chile y también de Ecuador. Así
queda reflejada con meridiana lucidez en una carta enviada por el ministro
Portales al almirante Manuel
Blanco Encalada,
este estadista advertía al marino que cualquier reblandecimiento o claudicación
equivalían al suicidio de la República.
La confluencia de comunidades como el Bajo Perú y Alto Perú, vinculadas por
nexos étnicos, lingüísticos, ideológicos, costumbristas y religiosos, en
suma, todos los componentes que comunican consistencia al ser de una nación, bajo la conducción de un caudillo
como Santa Cruz, finalizaría en
la consumación de la
mengua de la autonomía y la potencia del Estado chileno.
Las relaciones políticas entre el Estado confederado y la
República de Chile se hicieron a
cada momento más tensas, se desato nuevamente la guerra arancelaria al
desconocer el gobierno de Orbegoso el
tratado Rengifo – Tabara, el financiamiento y equipamiento por parte de Santa
Cruz de una expedición con el fin de derrocar al gobierno chileno por parte del
ex Presidente Ramón
Freire, quien se encontraba exiliado en Perú, tuvo
como respuesta chilena la toma al abordaje de parte de la escuadra
peruana en el Callao, operación comandada por el capitán de fragata Victorino
Garrido, el gobierno chileno nombra como ministro extraordinario
ante la Confederación a don Mariano
Egaña, quien por orden del gobierno da un ultimátum a Santa Cruz conminándolo
a la disolución de la Confederación, como era de esperar tuvo el más rotundo
rechazo por parte del Mariscal de Zepita, los acontecimientos se sucedieron
concluyendo en la declaración de
guerra el 9 de octubre de 1836 entre Chile y la Confederación Perú –
Boliviana.
Las hostilidades rompieron recién con el zarpe de la primera
expedición al mando del Almirante Manuel Blanco Encalada
que leva ancla de Valparaíso el 15 de septiembre de 1837, con 16 transportes,
lo convoyaban los buques de guerra “Libertad”, ”Aquiles”,
“Monteagudo”, “Valparaíso”, “Arequipeño”, “Orbegoso” y
“Santa Cruz” esta escuadra era comandada por el capitán de fragata Roberto
Simpson.
La fuerza de operación toca puerto
en Iquique el 22, ante la frialdad
de la población y de las autoridades, la expedición continua inmediatamente al
norte considerando el mando expedicionario el escaso valor estratégico de la
permanencia de la expedición en ese puerto, zarpan con destino al puerto de
Arica donde arriba el 24 de
Septiembre; el almirante Blanco esperaba casi con obsesión ingenua la adhesión
al “Ejército Restaurador” del coronel boliviano López de Quiroz, a la sazón prefecto de la provincia Litoral de Moquegua con
sus tropas que ascendían a 900 hombres.
Paralelamente el almirante envía una fuerza para una acción
de guerra sobre el puerto atacameño de Cobija, acción que se verifica el 27 de
septiembre con una pequeña escuadra compuesta por el transporte “Napoleón”
y la goleta “Peruviana” las tropas de desembarco estaba al mando del mayor
Frigolet, esta fuerza había sido reclutada en Copiapó, se lleva a cabo el
bloqueo del puerto y se ejecuta un
rápido desembarco, esta maniobra militar produce un desbande generalizado de
los habitantes de Cobija, la
columna de infantería chilena capturó al
administrador de Correos, al Capitán del Puerto y al Comisario, la toma duro 11
días, tiempo que se utilizó para requerir información y abastecerse de
algunas vituallas que encontraron en los almacenes, el 8 de octubre se da la
orden de zarpe para dirigirse al norte para reunirse al resto de la expedición.
En tanto la llegada de la expedición Blanco a Arica en la
media tarde del 24 de Septiembre no fue diferente a lo ocurrido en Iquique,
inmediatamente el mando dio la orden de desembarco a dos compañías del
“Cazadores”, los que venían en el “Orbegoso”, toman posesión en la bahía
la fragata “Libertad” y el bergantín “Aquiles” para precaver algún
ataque sorpresivo desde los fuertes de la costa. Mientras se verificaba las
operaciones de desembarco, el almirante Blanco y el capitán Roberto Simpon
observan desde el puente de mando de la nave Almirante como una columna de
gentes progresa raudamente con
dirección a Tacna a través de los
arenales del Chinchorro, las
instalaciones portuarias, los almacenes, varadero se encontraban totalmente
abandonados, las calles del pueblo se percibían totalmente desiertas, a
continuación se da la orden de desembarco del batallón “Valdivia” al mando
del comandante Sessé y a
continuación lo hizo el Almirante acompañado de su Estado Mayor, integrado
entre otros oficiales por el general José
Santiago Aldunate y el coronel Sutcliffe, el jefe de la expedición toma posesión
de las oficinas del la sub-prefectura donde establece el cuartel general, el
Almirante Blanco hace un recorrido por la calle principal donde ya comenzaban aparecer algunos habitantes de entre sus
ranchos con timidez pero claramente se percibía una clara actitud hostil, la
mayoría de los habitantes que habían permanecido en la ciudad eran de origen
afroamericano que habitaban las
rancherías de las Chimbas y del barrio de la “Lumbanga”.
La actitud de la
población de Arica tenían varios
orígenes uno de ellos estaba en el recuerdo que había dejado en la población
el saqueo de las tropas de Cocrhane y en general las funestas consecuencia que
tuvieron en el puerto las
diferentes invasiones durante el conflicto
bélico por la independencia, la otra razón de los ariqueños para no ver como
a sus libertadores a las tropas de
Blanco Encalada era por la predisposición previa en que los coloca la
intervención del prefecto López de Quiroga,
y por último estaba como
motivo importante el sentimiento expresado por la Asamblea de Arica del 22 de
marzo de 1836 en que manifestaban su deseo de pertenecer a la república de
Bolivia, todos estos factores no alcanzaban a la comprensión del Almirante
chileno quien mantenía la ingenua esperanza que su “amigo” López de
Quiroga haría la alianza en contra de Santa Cruz.
Al segundo día
de permanencia del Ejército Restaurador en Arica,
como a media mañana, se presentó en el Cuartel General Chileno
don Elías
Carreño,
administrador de los almacenes de la Aduana de Arica, a presentar un reclamo
ante al jefe de las fuerzas por la
sustracción de mercancías desde los almacenes durante la noche por parte de
tropas chilenas, la reacción del almirante Blanco Encalada y del coronel
Sutcliffe ante la audaz acusación del jefe de aduanas fue de considerable
molestia por considerarla un insulto a las tropas bajo su mando, en un primer
momento se interpreto que el peruano tejía un subterfugio con el fin de
distanciar aun más a las tropas restauradora de la población ariqueña, sin
embargo pasada las primeras impresiones y con la mentes mas frías se le ordenó
al Comandante Sessé, jefe del
batallón “Valdivia”, iniciase una investigación, la que pronto dio
resultados positivos, el jefe chileno descubrió que un capitán de apellido
Carrillo y dos soldados habían estado implicados en los hechos, de inmediato el
Almirante da la orden de arresto en contra del capitán y los dos soldados
implicados en los hechos, citando a Consejo de Guerra para el día siguiente, en
la hoja de vida del capitán Carrillo estaba consignado que había participado
en el motín de Quillota que derivó en la muerte del ministro Diego Portales,
el capitán por una casualidad no participo en el crimen por lo que sólo había
sido separado de su cargo y reincorporado ante la necesidades de la guerra.
La dureza con que actuó el Consejo de Guerra y la
inflexibilidad del comandante en jefe de la expedición obedecieron a la idea
del Alto Mando que un castigo ejemplar demostraría al esquivo pueblo peruano
que las tropas chilenas eran disciplinadas y que sus jefes no permitirían
bajo ningún pretexto romper este principio, sin embargo la exagerada
medida tomada aumento aun más el temor por la ferocidad que precedía como
prestigio a las fuerzas chilena en los pobladores de las provincias sur
peruanas, el acto de fusilamiento de un oficial y dos soldados por un simple
robo, no hizo mas que confirmar la idea de extrema barbarie que tenían de los
jefes chilenos los humildes pobladores ariqueños, los habitantes de Arica
presenciaron en silencio y con estupor las ejecuciones efectuadas a las 10 de la
mañana del día 27 de septiembre de 1837 en la Plaza Pública, lugar donde se
había levantado el cadalso el día anterior, este cadalso consistía en tres
poste que afirmaban rústicos banquillos donde fueron sentados los ajusticiados,
en la parte posterior se había colocado un murete de sacos rellenos con arena.
Con la frialdad de los escasos pobladores que habían
permanecido en la ciudad, con el engaño manifiesto por parte del prefecto López
de Quiroga, el almirante Blanco Encalada da la orden de embarcar y poner proa al
puerto de Islay, donde llegan el día 29 de septiembre, las condiciones del
puerto eran tan malas que en el intento naufragó el transporte “Carmen” donde iba la división peruana,
no ocurrieron desgracias humanas pero se perdió armamento y una buena
cantidad de pertrechos; sólo el 4 de octubre se verifica el desembarco un poco
más al norte en Quila, iniciándose de inmediato las acciones sobre Arequipa,
las que terminaron en el deshonroso tratado de Paucarpata firmado entre Santa
Cruz y Blanco Encalada.
El tratado de
Paucarpata fue rotundamente rechazado por el gobierno de Chile, el pacto Santa
Cruz-Blanco fue considerado deshonroso y no se ajustaba a la política de interés
nacional que había fijado el gobierno, por lo que se decidió
continua la guerra contra la Confederación enviando una segunda expedición,
la que iba al mando del general Manuel Bulnes, la segunda etapa del conflicto
desembocó en el triunfo de Yungay y la consecuente derrota absoluta del
Mariscal Santa Cruz quien se exilia en Ecuador.
En la segunda
etapa de la guerra contra la Confederación Arica no fue un escenario de las
acciones militares ni políticas que implicaba el conflicto.
Santa Cruz llegó derrotado a Arequipa el 14 de febrero
de1839, los partidarios del Protector le brindaron su adhesión
entre ellos el Mariscal Cerdeña prefecto del Departamento y el general
Moran que en ese momento comandaba el batallón Puno, sin embargo el pueblo de
Arequipa mostró una frialdad extrema con el visitante, “... la
población recordó que en igual día a la misma hora y por el mismo camino, había
entrado vencido el general Salaverry, y diputó
la conciencia como augurio fatal para el Protector, en la tarde del día 19,
cayo un rayo sobre un elevado álamo, que distaba una cuadra de la casa donde se
hospedaba Santa Cruz. El fenómeno era una cosa insólita en Arequipa, protegida
por el gran pararrayo de las cumbres vecinas. Nadie había visto caer un rayo ni
la tradición lo recordaba. Se le tuvo por anuncio de que el golpe se preparaba
contra algún grande de la Tierra...”[1],
Santa Cruz renuncia el 20 de febrero al protectorado saliendo de Arequipa con
grandes dificultades protegido por el batallón Puno, embarca en el puerto de
Islay sin no pocas dificultades, lo rescatan una fuerza de 50 marinos de la
fragata inglesa “Samarang” que había dispuesto el cónsul británico Mr.
Thomas Crompton.